EL IMPERIALISMO EUROPEO
El imperialismo (generalmente en forma de un imperio)—que se basa en ideas de superioridad1 y aplicando prácticas de dominación— es el conjunto de prácticas que implican la extensión de la autoridad y el control de un Estado o pueblo sobre otro. También puede ser una doctrina política que justifica la dominación de un pueblo o Estado sobre otros; habitualmente mediante distintos tipos de colonización (de poblamiento, de explotación económica, de presencia militar estratégica) o por la subordinación cultural (aculturación). El sociólogo estadounidense Lewis Samuel Feuer identificó dos subtipos principales del imperialismo: el primero es el "imperialismo regresivo" identificado con la pura conquista, la explotación inequívoca, reducciones de los pueblos no deseados, y el asentamiento de los pueblos deseados en esos territorios.
El segundo tipo
identificado por Feuer es "imperialismo progresista" que se basa en
una visión cosmopolita de la humanidad, que promueve la expansión de la
civilización a las sociedades supuestamente atrasadas para elevar los
estándares de vida y la cultura en los territorios conquistados, y la
asignación de la gente conquistada a asimilarse a la sociedad imperial. Aunque
los términos "imperialismo" y "colonialismo" están muy
relacionados, no son sinónimos.
Los imperios han existido a lo largo de toda la historia, desde su mismo comienzo en la Edad Antigua, pero el uso del término "imperialismo" suele limitarse a la calificación de la expansión europea que se inicia con la era de los descubrimientos (siglo XV) y se prolonga durante toda la Edad Moderna y Edad Contemporánea hasta el proceso de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial.
La industrialización y el enorme desarrollo
tecnológico de Europa, especialmente en la época de la Segunda Revolución
Industrial, provocaron la separación del mundo en dos grandes grupos: los
países industrializados y los no industrializados. Los primeros terminaron por
imponerse sobre los segundos, que quedaron bajo su dependencia directa o
indirecta. La Europa industrial, gracias a su vitalidad demográfica, su
superioridad industrial, técnica, comercial y financiera impuso su modelo
económico, sus valores, ideales y su cultura a gran parte del mundo.
El imperialismo se puede definir como el sistema en el que la política, la economía y la cultura de una parte del mundo se organizan en función del dominio de unos países sobre otros. El imperialismo que surge en el siglo XIX fue la culminación del colonialismo iniciado en los siglos XV y XVI. Pero ambas formas de dominación colonial fueron muy distintas. Los viejos imperios coloniales estuvieron ubicados principalmente en América, mientras que los nuevos imperios coloniales se centraron en Asia y África. Las antiguas colonias habían sido de asentamiento y los emigrantes habían creado sociedades que pretendían ser similares a las europeas, frente a las nuevas colonias que fueron, sobre todo, territorios de ocupación, donde una minoría europea no se mezclaba con la autóctona y ejercía el control político y económico.
Por otro lado, si el ritmo de ocupación había sido lento y limitado
en el pasado, en el siglo XIX la rapidez fue la tónica general. Por último, las
posesiones coloniales de la época moderna dieron lugar a escasos conflictos en
comparación con los desarrollados con el imperialismo del siglo XIX, con
guerras constantes, ya que la expansión colonial se había convertido en un
objetivo fundamental de la economía y la política de los países industrializados.
Factores
Desde el punto de vista económico, el desarrollo del imperialismo se vincularía a las necesidades de las industrias de los países europeos desarrollados. La industria llegó a tal grado de crecimiento que se hizo necesaria la búsqueda de nuevos mercados para sus productos, de materias primas abundantes y baratas, así como de nuevos espacios económicos donde poder invertir el capital excedente y hallar más beneficios, donde, además la mano de obra era abundante y, por lo tanto, barata. Esas condiciones se encontraban en los territorios más atrasados, sin medios técnicos y más débiles de otros continentes, especialmente de Asia y África.
Tenemos que tener en cuenta que la crisis de 1873 provocó que los países
industrializados desarrollaran políticas proteccionistas, por lo que se hizo
indispensable buscar esos nuevos mercados, más materias primas y lugares donde
invertir y encontrar rentabilidad. Actualmente, se está matizando esta teoría
clásica económica en relación con el imperialismo. Hay estudios que consideran
que la mayor parte de las inversiones extranjeras de los países desarrollados
no se encaminaron hacia los nuevos territorios sino hacia otros países
industrializados o en vías de serlo, como los Estados Unidos. Además, siempre
según esta nueva teoría, la mayor parte del comercio exterior, tanto de
productos industriales como agrarios, siguió siendo entre los países
industrializados. Por fin, se en duda la rentabilidad económica de algunos
imperios, como el británico, el principal de todos ellos. Se habría comprobado
como los costes para mantenerlo –administración, ejército, etc.- no
justificaban los beneficios obtenidos. Además, el imperialismo no benefició a
toda la población ni a todos los sectores económicos británicos por igual. Los
principales beneficiarios fueron los sectores económicos que invirtieron en
empresas coloniales mientras su contribución a los costes de la administración
colonial fue muy reducida. Las clases medias fueron las que contribuyeron a
este coste con sus impuestos, y obtuvieron muy pocos beneficios o ninguno de la
expansión imperial de su país.
El enorme crecimiento natural de la población europea
durante el siglo XIX generó un importante flujo migratorio. La posibilidad de
contar con territorios coloniales donde poder asentar los excedentes
demográficos contribuyó a la expansión imperialista. Bien es cierto que la
mayor parte de la población europea se encaminó hacia los países americanos,
pero buena parte de la opinión pública de los países industrializados europeos
valoraba la conquista de territorios para poder asentar esos excedentes
demográficos.
La expansión imperial de las potencias europeas tiene
mucho que ver con el deseo de aumentar sus respectivos poderes políticos a
escala internacional. Los países europeos se apresuraron a controlar
militarmente, además de económicamente, territorios, rutas terrestres y
marítimas, a obstaculizar la expansión de sus competidores y a aumentar su
influencia en el contexto diplomático. Los gobiernos europeos consideraban sus
imperios como un factor estratégico.
En el siglo XIX se vivió una verdadera fiebre
descubridora, un enorme interés por explorar todos los rincones del planeta,
especialmente las zonas desconocidas hasta ese momento. Se constituyeron
importantes sociedades científicas y geográficas para adentrarse en Asia y en
África. Estas exploraciones abrieron nuevas rutas, permitieron conocer casi
todos los territorios y a muchos pueblos que no habían tenido contacto con los
europeos. Los conocimientos adquiridos fueron utilizados para colonizar estas
áreas. Livingstone, Stanley o De Brazza fueron destacados exploradores.
El imperialismo no puede ser entendido sin conocer las
concepciones racistas sobre la superioridad de la raza blanca de la época. Esta
mentalidad vino acompañada por la exaltación nacionalista de las potencias
europeas. Los estados afirmaban su superioridad y defendían su deber de
difundir sus valores, su cultura, su idioma, la religión y la civilización
occidental por todo el mundo.
Por fin, no se puede negar la concepción paternalista
del colonialismo. El hombre blanco tendría la supuesta responsabilidad de
civilizar a los pueblos considerados como inferiores. Las grandes confesiones
cristianas –católica, anglicana y protestante- defendieron la actividad
misionera. Justificaron el colonialismo por la necesidad de evangelizar a los
considerados pueblos primitivos.
La ocupación de Asia
En el siglo XIX, las principales potencias
colonialistas europeas occidentales, especialmente, Gran Bretaña y Francia, así
como Rusia, Estados Unidos y Japón, intervinieron activamente en el continente
asiático.
Gran Bretaña se concentró en la India, la “joya de la
Corona”. En el siglo XVIII, la Compañía Inglesa de las Indias poseía o
controlaba los puertos de Madrás, Calcuta y Bombay. Tras las revueltas de los
cipayos –soldados indígenas del ejército británico- de 1857, el gobierno
británico asumió directamente el control de la India, estableciendo una
administración gobernada por un virrey. La India fue el más acabado ejemplo del
imperialismo británico. La reina Victoria fue proclamada emperatriz de la India
en 1877. Para garantizar una zona de seguridad alrededor de la colonia, los
británicos se enfrentaron a los franceses para controlar Birmania (1886).
Francia, por su parte, se centró en Indochina. En
primer lugar, los franceses comenzaron a adueñarse de la Conchinchina desde
finales de la década de los años cincuenta. Entre 1860 y 1880 se anexionaron
toda la región del Mekong y establecieron un protectorado sobre Camboya.
Después de vencer a los chinos, Francia implantó sendos protectorados sobre
Annam y Tonquín. Todos estos territorios conformaron, a partir de 1887, la
Unión Indochina, a la que se unió, en 1893, el reino de Laos. Aunque esta zona
fue de presencia eminentemente francesa, los británicos ocuparon Birmania, los
Estados Malayos y Singapur. Para asegurar la paz, las dos potencias europeas decidieron
mantener libre y neutral el Estado de Siam, que funcionaría como una especie de
frontera entre los dos imperios coloniales.
OBSERVA EL SIGUIENTE VIDEO
https://www.youtube.com/watch?v=BXOdY6JsUJQ
ACTIVIDAD
TEMA: EL IMPERIALISMO EUROPEO
FECHA: 03 DE SEPTIEMBRE 2020
1.
¿QUE ES IMPERIALISMO?
2.
¿QUE ES CAPITALISMOS?
3.
¿CUALES FUERON LAS CAUSAS POR LOS QUE
LOS PAÍSES EUROPEOS, QUERÍAN TENER EL CONTROL DE ÁFRICA, ASIA Y OCEANÍA?
4.
¿EN QUE SIGLO SE EMPEZÓ A EXPANDIR LA
ERA DEL IMPERIALISMO EUROPEO?
5.
DE ACUERDO AL VÍDEO ESCRIBE LAS
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DEL IMPERIALISMO EUROPEO
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